Mientras recientes cifras económicas le permiten al presidente estadounidense Barack Obama defender la recuperación económica de su país, algunos expertos señalan que las condiciones para una nueva crisis se pueden estar gestando en un inesperado flanco: los créditos estudiantiles.
El problema es una mezcla de ingredientes potencialmente explosivos: costos de la educación que crecen más que los salarios, más necesidad de ayuda monetaria externa y tasas preocupantes de desempleo juvenil. Y a medida que las deudas incrementan y se dificulta el pago del dinero pendiente, también crece el riesgo tanto para el prestatario como para la economía en general.
Para cubrir las matrículas educativas, los estadounidenses están recurriendo cada vez más al financiamiento externo, hasta el punto que hoy deben más dinero por cuenta de los préstamos para financiar programas educativos que por los gastos en sus tarjetas de crédito, según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y el Departamento de Educación de EE.UU.
Y eso puede traer problemas, especialmente en una época en la que la tasa de desempleo para los jóvenes entre 25 y 34 años es mayor que el promedio para todos los adultos (8,7% versus 8,3% en febrero de 2012, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos).
"Gracias a que la deuda por préstamos estudiantiles es mayor que la deuda por tarjetas de crédito en Estados Unidos, y que los prestatarios afligidos tienen pocas posibilidades o ninguna, Estados Unidos enfrenta la posibilidad muy real de otra amenaza económica importante a la par de la devastadora crisis de las hipotecas", señaló un informe de febrero producido por la Asociación Nacional de Abogados de Bancarrota Personal (Nacba, por sus siglas en inglés).
Según estadísticas reveladas en 2011, el número de préstamos estudiantiles otorgados en 2010 superó la marca simbólica de los US$100.000 millones. Además, en ese momento se informó que el total de deudas pendientes pasaría la barrera de US$1 billón por primera vez.
El aumento en el número de préstamos va de la mano con otra cifra que el departamento de Educación de Estados Unidos presentó en septiembre y que indica que la tasa de mora para quienes tienen un préstamo educativo pasó de 7% en el año fiscal de 2008 a 8,8% en 2009, la cifra más alta desde 1997.
En otras palabras, de los 3,6 millones de personas que empezaron a pagar sus préstamos entre septiembre de 2008 y septiembre de 2009, unas 320.000 entraron en cesación de pagos el 30 de septiembre de 2010.
En ese sentido, el informe de la Nacba mostró que el 81% de los abogados de bancarrota cree que los clientes potenciales con deudas por préstamos estudiantiles aumentó "significativamente" o "algo" en los últimos tres o cuatro años.
"Microburbujas"
Pero no todos están de acuerdo con que se esté hablando de una eventual crisis al estilo de la burbuja inmobiliaria.
Mark Kantrowitz, autor de tres libros sobre ayuda financiera para estudiantes, explica que él no cree que estemos cerca de una burbuja de deuda estudiantil y califica la encuesta de Nacba como una serie de "afirmaciones aproximadas" e "impresiones".
En diálogo con BBC Mundo, Kantrowitz dice que lo que sí cree que estamos viendo es "un periodo de una caída severa en la asequibilidad estudiantil".
Para argumentar su posición, el escritor explica que la gran mayoría de los préstamos estudiantiles están garantizados federalmente y que sólo un porcentaje pequeño de los estudiantes no puede pagar sus préstamos.
La probabilidad de una crisis similar a la de las hipotecas se reduce si se tiene en cuenta, además, que el mercado de préstamos estudiantiles es diez veces más pequeño que el mercado de hipotecas residenciales.
Pero Kantrowitz no descarta del todo que el panorama actual pueda desencadenar a largo plazo una crisis de mayores proporciones.
"Si continúan las tendencias actuales en la misma dirección en que se dirigen desde hace cuatro décadas, entonces probablemente entre 2020 y 2030 podremos hablar más de una crisis".
"Ahora no hay una burbuja universal de los préstamos estudiantiles. Puede haber microburbujas en instituciones particulares o áreas de estudio. Pero todavía no es una situación penetrante", dice.
"Tendrán que pasar décadas antes de que se vuelva penetrante, pero siempre y cuando se reduzca el crecimiento anémico actual de las becas y continúen aumentando los costos", concluye.
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